- El ‘medio tiempo’ que se vive tras la precampaña puede no ser beneficiosa para Gálvez, que va abajo en las encuestas, apunta Enrique Quintana.
Enrique Quintana //Coordenadas//elfinanciero.com.mx
¿Qué ocurrirá con la intención de voto para la presidencia de la República en el periodo intercampañas? ¿Mantendrá Claudia Sheinbaum la ventaja que tiene hasta este momento o perderá puntos y subirá la candidata opositora Xóchitl Gálvez?
Antes de analizar los factores que pueden incidir en las preferencias electorales en el próximo mes y medio, hagamos un alto para ver las cifras más recientes.
De acuerdo con la encuesta más reciente de El Financiero, Sheinbaum tiene 52 por ciento de las preferencias mientras que Gálvez reúne el 30 por ciento.
Si se descuentan los indefinidos (11 por ciento) las preferencias efectivas serían de 58 contra 34 por ciento respectivamente.
El agregador de encuestas Oraculus promedia hasta ahora una preferencia efectiva para Sheinbaum de 64 puntos frente a 29 por ciento de Gálvez.
¿Qué es lo que sucederá a lo largo del periodo intercampañas? Que habrá una menor exposición de los electores potenciales a la actividad de las precandidatas.
No será, como lo comentamos hace algunos días en este espacio, un periodo de silencio, pues la ley permite la permanencia de la promoción política bajo ciertas restricciones, pero no habrá la intensidad que hubo en las precampañas, que para todo propósito práctico es como si fueran campañas.
La lógica nos diría que el escenario más probable es que durante lo que resta de enero y febrero, los movimientos en la intención de voto serán pequeños.
Esta circunstancia podría cambiar a partir del mes de marzo, cuando comiencen los tres meses de campaña electoral.
Si esa hipótesis resulta correcta, la estrategia de Xóchitl Gálvez deberá buscar de manera acelerada la remontada desde que comiencen las campañas en marzo.
En diversas ocasiones hemos utilizado la analogía de un partido de futbol para referirnos a la dinámica que habrá en las campañas políticas.
Los candidatos que van abajo en las preferencias políticas están obligados a desarrollar una estrategia agresiva en las campañas para tratar de atraer la intención de voto, como si se tratara de un equipo que va muy abajo en el marcador cuando comienza el segundo tiempo.
Los candidatos que tienen amplia ventaja en las preferencias tienden a desarrollar campañas más conservadoras, en las que arriesgan menos y se orientan a mantener la ventaja, como si fueran equipos que se repliegan y aseguran que el contrario no marque goles.
Si al comenzar la campaña en marzo, Xóchitl lograra anotar puntos de manera inmediata, sería un buen augurio para una posibilidad de remontada.
Si las cosas siguen como están, sin cambios sensibles, será una buena noticia para Sheinbaum.
Hay quien apuesta a los debates como posibles puntos de inflexión en las intenciones de voto.
Pueden ser importantes, pero cuando la diferencia es mucha entre los candidatos, pesan menos de lo que cree la mayoría.
El periodo intercampañas fue una mala noticia para Gálvez y una buena para Sheinbaum.
En la última semana de las precampañas pareció que Xóchitl desarrollaba nuevamente el estilo de participaciones públicas que le generó simpatías a mediados del año pasado y le permitió ganar entre los aspirantes del Frente.
Si los actos públicos pudieran haber continuado a lo largo de estas semanas, quizás hubiera empezado a recortar la desventaja.
Es como un equipo que en los últimos minutos del primer tiempo anota un gol cuando iba perdiendo 3-0.
La llegada del medio tiempo interrumpe el ritmo y enfría los ánimos, además de que da tiempo al contrincante de ajustar su defensiva.
Insisto en lo que he comentado en varias ocasiones en este espacio. Hoy el escenario más probable es el triunfo de Sheinbaum. Pero las campañas cuentan y pueden cambiar las intenciones de voto.
Eso es muy relevante cuando, además de la elección presidencial, se vuelve crítico para el futuro del país lo que pase en el Congreso.
Se trata de un tema al que habremos de regresar.